viernes, 1 de junio de 2012

El pastel de cumpleaños


Por lo general mis sueños son... raros, extraños, y siempre los recuerdo medio incompletos. Pero hace unos días tuve uno que todavía hoy cuando hago memoria lo veo claramente. Como si viera una película. No, más bien como si estuviera leyendo un libro y mi mente reprodujera la escena...

Caminaba por la calle sintiéndome aún algo incómoda por las nauseas; lo atribuía al bebé que venía en camino (porque en el sueño tenía la certeza de que estaba esperando uno, aunque mi figura aún no daba muestras de ello), así que de mi bolsa sacaba un cuadrito de galleta salada y me lo metía a la boca. Entonces un pequeñito salía corriendo de mi lado y se paraba frente a una vitrina con hermosos y suculentos pasteles en exhibición.

-¡Estos se ven muy ricos!-gritaba. Así que corría un poco para llegar a su lado.

Llevaba un bonito vestido de tela floreada. La falda se agitaba con el viento y me encantaba la sensación de la suave tela alrededor de mis piernas.

-Wow-decía yo al llegar hasta la vitrina-¿cuál te gusta?

-Se me antoja mucho ese-y señalaba uno con mucho chocolate-, mmm pero creo que a él le gustaría más aquel-y apuntaba a uno más sobrio cubierto con nueces.

Silencio. Algunos carros que a lo lejos se escuchaban. El niño me miraba indeciso.

-¿De quién es el cumpleaños?-le preguntaba.

-De papá-contestaba sonriendo aunque un poco decepcionado.

Ponía mis manos sobre sus hombros, suspiraba y para reconfortarlo le decía.

-La verdad a mi también se me antojaba más el otro-lo tomaba de la manoy entrábamos a la tienda.

Me recuerdo joven, tal vez con un par de años más, unos veintitres (porque ya cumplí los veintiuno jojojo) y aunque me era raro llevar a un chico de cinco o seis años agarrado de la mano, sentía como un cariño especial por él.

En cuestión de minutos una chica nos estaba entregando una caja a la vez que yo le extendía la mano con una tarjeta de crédito (¡tenía tarjeta de crédito! jaja). Emprendíamos de nuevo la marcha y al poco tiempo llegábamos a un bonito y lujoso auto.

El niño y el pastel eran colocados en el asiento trasero. Recuerdo que el interior estaba fresco así que supongo que el aire acondicionado estaba encendido. Yo me dirigía a la parte trasera del auto y abría la cajuela, en dónde había una enorme caja de regalo azul con un moño plateado. Sacaba de mi bolsa una pluma y una especie de tarjetita en blanco y después de pensar un rato escribía: "Para el mejor papá del mundo. Te amamos". Pero no la colocaba en el regalo; la metía en un sobrecito y lo guardaba junto con la pluma en la bolsa nuevamente.

Subía al auto y miraba al pequeño por el retrovisor. Me sonreía. Le sonreía. Y nos poníamos en marcha.

Legábamos a una casa grande, con un enorme jardín, lujosa y rodeada de otras casas del mismo estilo.

El pequeño bajaba corriendo del auto y se dirigía a la puerta mientras yo sacaba el pastel.

Salía una sonriente mujer de unos treinta y tantos años y recibía al niño con un enorme abrazo y un beso. Me acercaba yo también con una gran sonrisa. Ella era bonita, con su cabello rojizo bien arreglado, sus labios color carmín enmarcando su blanca y perfecta dentadura y un bonito vestido lila.

-Muchísimas gracias Andrea por ir a comprar el pastel, no sabes la ayuda tremenda que me has dado.

-No, por nada-contestaba-sabe que cuenta conmigo para lo que le pueda ayudar.

-Que linda, muchísimas gracias. Y espero que Jesús no te haya dado mucha lata-decía poniéndo una mano sobre la cabeza del niño mientras con la otra apretaba la caja del pastel contra su cintura.

-¡Para nada! Es un encanto su hijo.

-Gracias en serio. ¿Entonces te vamos a ver más tarde en la pequeña fiesta de cumpleaños de R.?

-Por supuesto-contestaba, comenzando a alejarme-aquí estaré. Nos vemos más al rato-me despedía con la mano en respuesta al "¡adiós!" que gritaba Jesús. Subía al auto y lo encendía. Y mientras el coche comenzaba a ponerse en movimiento, sonriendo me decía:

-Por nada del mundo faltaría al cumpleaños del hombre al que amo, del padre del hijo que estoy esperando.


-o-o-o-o-o-

¡No me juzguen! Estoy totalmente en contra de esas situaciones, como la que se ve reflejada en mi sueño. Tal vez lo soñé porque... me disgusta tanto. O porque mi subconsciente trata de mandarme un mensaje que aún no logro descifrar =/





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