viernes, 15 de mayo de 2015

El Diario de Tacho: Tacho el Constructor




¡¡Mi chucho hermoso pelechador ya tiene tres años!! 

Hola hola, nuevamente yo, después de muuuucho tiempo, reportándome con otra entrada de "el diario de Tacho". 

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que les platiqué sobre las maravillosas aventuras de mi chucho. Ha crecido mucho la verdad, se ha puesto muy fuerte, muy peludo y muy irreverente. ¡Brinca muy alto! Y siempre siempre siempre siempre tiene hambre (neta, yo creo que sí se parece a mi).

Le gusta mucho jugar al futbol; durante los días del mundial, no hombre, ¡lo hubieran visto! O bueno, escuchado, porque no se deja ver jugar, pero corre de un lado a otro pateando su balón de voleibol desinflado, ¡y mete unos golazos!... ya nos acostumbramos al ruidajo que hace la puerta del patio cada vez que la golpea con la pelota. 

Sin embargo su pasatiempo favorito definitivamente es hacer reparaciones a su casita. Y a la nuestra. Hace un tiempo, no recuerdo si les conté, tenía su hacha, y comía y dormía a su lado. Aún recuerdo cuando, en una cena con una amiguita, se dio la siguiente conversación:

-Pues tuvimos que quitar todo el cuchitril que tenía Tacho en el patio. Ya nada más le dejamos su llave inglesa, su sierra, su pelota...
-¿Su qué?
-Su pelota...
-No, ¿su sierra dijiste?
-Ah sí.
-¡¿Por qué tu perro tiene una sierra?!
-Porque le quitamos su hacha.

La cara de mi amiga fue épica, neta. Pero a Tacho no le hizo mucha gracia y armó un berrinche tremendo durante varios días. Sus berrinches prácticamente constan en: saltar demasiado, correr a toda velocidad por el pasillo del patio y saltar con las patas al frente para golpear la puerta, ladrar demasiado. Yo creo que se debió a que le gustaba mordisquear el mango de madera que tenía su hacha, y como la sierra tenía mango de plástico, pues eso no lo puso muy contento. Pero de todos modos ahí la traía, por si se ofrecía ¿verdá?

A la casita que le compramos hace unos años ya le hizo dos ventanitas, una de cada lado, para poder ver a través de ellas cuando se levante temprano (¡a las seis de la mañana empieza con su desmadre!) y poder planear con tiempo los desmanes que hará durante el día. Pero la casa aún no está lista, no no no (a veces me recuerda a tu mamá Mara, siempre está haciendo remodelaciones jajajaja), todavía se escucha, ya sea de día o de noche, serruchar e incluso taladrar, para poder dejarla bien acondicionada. Quiero creer que planea dejar un patrimonio decente a sus hijos. O a Jessy y a mí, jajajaja.

En semanas pasadas hicimos unos arreglitos en el jardín, y mi papá acomodó todos los ladrillos que estaban ahí, atrás en el patio. Los dejó bien chulos, organizados, pero al siguiente día Tacho ya traía un ladrillo en el pasillo. Lo que me desconcierta es cómo diantres hace para cargar un ladrillo, ¡un ladrillo! Se lo lleva en el hocico, supongo... espero D=
A veces lo mete a su olla presto (el plato de comida indestructible que tiene en este momento) pero sigo sin comprender con qué objetivo. Ah, y a veces se para como conejo cuando le voy a echar comida; no viene al caso el comentario ¿verdad? pero quería contarles.

También ha comenzado un tremendo hoyo al lado de la pared de mi habitación; una de dos, o pretende meterse a la casa o hay un tesoro ahí escondido y él está dispuesto a encontrarlo. O se quiere fugar, cual perro malandro que es. Espero que sea lo segundo.

Tengo muchas ganas de... no sé, subir al techo o poner cámaras y espiarlo y ver como es que transporta tantos ladrillos, pero no sería correcto, eso sería invadir su privacidad. Pero me enternecen pequeños detallitos como escucharlo hacer relajo, verlo parado en la puerta mirando fijamente la bolsa de croquetas (aunque recién haya comido), verlo por las mañanas cuando me preparo el café asomarse por la ventana de la cocina y estirar su musculoso cuerpo, y escucharlo en las noches roncar ruidosamente (una vez incluso fui testigo de cómo uno de sus ronquidos lo despertó jajaja).

Yo no sé por qué, de verdad, no lo sé, pero doy gracias a Dios y a la vida por poner un Tacho tan bello y maravilloso en nuestras vidas, porque si no, ¿quién nos avisaría con sus ladridos cuando el agua del tinaco se comienza a tirar? ♥♥♥♥


jueves, 12 de febrero de 2015

La Muchacha Presumida

LAS AVENTURAS DE ANDY.
CAP. NO SÉ QUE NÚMERO: LA MUCHACHA PRESUMIDA.

Muchacha presumida: ¿Qué lees? -toma mi libro- Ah, literatura juvenil. Vi la película del primer libro, y está muy buena, pero me gusta leer más cosas así de misterio y policiacas y así, de John Katzenbach y así. Lee "El psicoanalista", te va a gustar. Es diferente, pero te va a gustar mucho.

Yo: Ah, sí lo he leído. No me gustó; no sé, tuve serios problemas con el personaje principal, de pronto como que...

Muchacha presumida: Sí, sí, te entiendo, me pasó lo mismo pero con "50 sombras de Grey". Muy mal estructurados los personajes, echan a perder el libro. Cuando lo leas me darás la razón.

Yo: Lo leí, y en efecto, los personajes me parecieron terriblemente sosos, pero creo que lo que realmente arruina la historia es la narración. ¡Que cosa tan más horrible! Hay escenas a las que pretende darles gran impacto pero la forma en que describe la situación es tan aburrida que de pronto lo único que te apetece es que termine el capítulo ya. Aunque la mayoría del libro me pareció como un interminable y super aburrido monólogo interno de Anastasia. Y en cuanto a la temática sexual que maneja, que creo yo, era lo que realmente llamaba la atención y lo que lo hacía algo fuera de lo común en el mercado actual, la verdad estuvo chafa; junto con el segundo de los libros leí "Historia de O" y aunque su narración también deja mucho que desear -aunque es justificado, porque la intención de la escritora no era publicarlo- creo que deja mucho más en claro lo que el BDSM podría ser; no sé, sentía que Christian Gray sieeeempre le hacía lo mismo a la pobre muchacha, la neta yo le exigiría algo de variedad. Pero sí, como dices, los personajes me parecen... X, les faltó algo de... virtud. Él sólo es super millonario -al grado de resultarme inverosímil  la verdad-, con gustos sexuales "raros" y con un severo trauma psicológico. O sea, un enfermo mental casí casí. Y ella, pues bah, una niñata sin gracia que tiene la suerte de enamorar al millonario. Y ya. Pero bueno, para gustos, colores. Y lecturas, pero estoy de acuerdo contigo, un libro muy mal hecho.

Muchacha presumida: ... Sí. Bueno, voy a sentarme en aquella mesa en lo que sale mi pedido ¿sí?


Entonces, ¿quién fue la presumida? Lo siento, pero si me hacen hablar de libros, ya no me harán parar, ¡y por favor ni me mencionen los libros de E. L. James, porque se van a arrepentir! 

domingo, 1 de febrero de 2015

El Inge




Desde hace rato quiero contarles esta pequeña anécdota, algo que me sucedió en el restaurante en dónde trabajo, pero nunca me daba el tiempo (o tenía la inspiración suficiente) para hacerlo. Sin embargo, como hoy ganaron mis Pats ( ♥ ) y eso me pone de buenas, pues aquí va.


Hace varios años ya, una mañana que esperaba el camión para ir a la escuela, entablé conversación con un señor que se encontraba en la parada. Bueno, en realidad fue él quien me sacó plática, después de percatarse del mega coraje que pasé al darme cuenta de que, por cuestión de segunditos (es en serio, ¡pataleo cada vez que lo recuerdo!) no alcancé ni el Ruta 2 ni el Circunvalación 2. Era un hombre alto, como de treinta y tantos años, con bigote bien recortado, de cabello lacio hasta los hombros, moreno y con una pequeña cicatriz en la mejilla izquierda, eso lo recuerdo perfectamente.

Comenzó preguntando si iba a la escuela y si mi gusto por la lectura me facilitaba los estudios. Fue cuando noté que todavía llevaba el libro en turno (ni recuerdo cuál era) apretado fuertemente contra el pecho, medida que había tomado para evitar que se cayera el serparador al correr para alcanzar el camión. Había varias personas más en la parada con nosotros, pero de la que más me acuerdo es de una señora con una playera rosita y pantalonera gris que hacía como que no nos miraba pero bien que paraba oreja. Después de mi tímida respuesta el sujeto comentó que aunque no había leído muchos libros a lo largo de su vida, hacía poco tiempo que había descubierto su gusto por este habito, y que todo fue gracias a que su hija mayor le había hecho leer "Harry Potter".

-Y me gustó fijese, me gustó mucho, y ya hasta le compré el siguiente, el cinco. Yo todavía voy en el cuarto, pero ya lo llevo como por la mitad. Me he de ver así bien tontillo ¿no? Porque estoy bien viejote pero leo libros para niños-me dijo y se soltó riendo.

Solté una risita y le dije que para nada, que cuando se trataba de literatura todo se valía.

Volvió a reír y a continuación me dio las gracias, porque al menos ya se sentía menos mal. Guardamos silencio un momento, en lo que pasaban dos Ruta 1, seguiditos los muy cabrones, ¡digo! malditos, y al ratito agregó:

-Estoy haciendo la carrera.

Lo miré sorprendida, por lo repentino que surgió el comentario, más que por el contenido de tal.

-¿Ah sí? ¿Qué estudia?

-Es una ingeniería, en mantenimiento industrial (o algo así, si mal no recuerdo). En la UTCH.

Y comenzó a platicarme lo dificil que fue al inicio habituarse a la rutina de ir al trabajo por la mañana, por la tarde a la escuela, y pasar las noches estudiando para los exámenes. Porque quería salir bien, sacar buenas calificaciones y dar un buen ejemplo a sus hijas. Lo que dijo después lo tengo bien bien presente hasta el día de hoy:

-Porque son cosas que uno como papá hace más que nada por sus hijos, para poder darles un mejor futuro al obtener trabajos mejor pagados. Pero también lo hago porque quiero que sepan que si yo puedo, a mis muchos años de vida y con tantas otras obligaciones, ellas también pueden lograrlo, con sus cerebros jóvenes y dedicándose de lleno a sus estudios, porque ahí va a estar su papá siempre para apoyarlas y darles todo lo que les haga falta.

Al poco tiempo llegó el camión de la maquila en la que él trabajaba, así que se despidió y se fue. Pero los siguiente días pudimos seguir con nuestras charlas, que casi siempre iban sobre la escuela, los maestros groseros y que no sabían nada del mundo laboral real porque habían pasado toda su vida solamente dando clases, y sobre los libros y las películas de Harry Potter. Hasta que un día ya no lo volví a ver. Las clases estaban por terminar, eran las últimas y en varias materias ya habíamos terminado el temario, por lo que ya no era necesario asistir; comencé a entrar más tarde así que ni por asomo volví a saber de él.

Hasta hace dos meses.

Al restaurante en el que trabajo, a la hora de comida van muchas personas que trabajan por ahí cerca. La mayoría son ya clientes asiduos, y entre ellos está un grupito de cinco señores que laboran en una maquila ubicada a unos poquitos metros. Pero un día ese grupito llegó con un nuevo miembro. Tuve que recibirlos y entregarles los menús, y mientras lo hacía uno de los caballeros entabló conversación conmigo. Preguntó cosas sobre el trabajo y en qué época del año teníamos más gente, y entonces uno de ellos comentó:

-Ya sé que venimos casi todos los días, pero hoy es especial, hoy venimos para darle la bienvenida al inge-dijo señalando a un hombre sentado a la cabecera de la mesa-, acaba de llegar a la planta y ya ha hecho maravillas-yo sonreí y él agregó-¡de verdad! Gracias a él el jefe nos dio veinte minutos más para comer-todos rieron.

Entonces miré al hombre nuevo, al "inge", y lo primero que noté fue la cicatriz en su mejilla izquierda. Y fue como volver a verlo en la parada del camión, pero con el cabello corto y más arrugas en su rostro. Fue... raro, y yo creo que me le quedé viendo demasiado tiempo porque de pronto él me vio raro. O tal vez me reconoció. No sé. Pero entonces tuve la certeza de que sí, era él, y que sí, lo había logrado: ya era Ingeniero.

Cuando llegó el mesero a atenderlos y yo me retiré a la caja no podía dejar de sonreír. Era un sentimiento raro, como de... raro, es que de verdad no puedo describirlo.

Ya cuando el grupo se retiró, le comenté al mesero:

-El señor que estaba sentado aquí en frente, en la cabecera, a él yo lo conocí hace varios años, cuando apenas estaba estudiando su ingeniería.

Y no pude evitar sentir una especie de orgullo ajeno, jajajaja.


domingo, 30 de noviembre de 2014

♫ ¿Y si vamos a ver Frozeeeen? ♪




Hola gente bella que lee mi blog. Pues en esta ocasión les vengo a narrar la... amm... ¿grata? ¿extraña? ¿decepcionante? No sé, pero les vengo a narrar la experiencia que tuve hace unas horas cuando, por influencia de Mara, llegué al Teatro de los Héroes para ver la obra de teatro de "Frozen". Sí, sí, "Frozen", la película para niños, pero ahora la obra de teatro. Ya sé, ríanse de mi si quieren.

Todo comenzó hace como dos días, cuando Mara me mandó un whatsapp diciéndome que fuéramos. Al principio la neta pensé que era broma, pero después... me asusté porque pensé que ya no era broma. Le dije que no había lío, que íbamos, pero pues no se confirmó nada. Y así quedó. Total que esa tarde le comenté a mi mamá y le dije que de seguro estaría bien chafota porque a inicios de año también se presentó una obra sobre la película y había leído comentarios sobre lo pésima que fue, pero mi mamá me dijo:

-Pues aunque esté muy chafa, que tiene, ve con ella; has tenido una semana muy pesada y fea, sal de la casa y ocupa tu mente en otras cosas.

Y como lo que dijo era cierto, había tenido no una semana pésima, ¡sino horrible! comencé a plantearme seriamente el decirle a Mara que pss luego luego, que fuéramos. Pero ya no se habló más del asunto.

Total, que hoy sábado (bueno, ayer sábado, porque ya son las 4:00am) a eso de las cuatro de la tarde me marcó para confirmar nuestra cita en el teatro. Le dije que sí, que nos íbamos en mi carro, pero me tomé la molestia de aclararle que si el Principe Hans de la obra no estaba guapo y bien buenote iba a tener que picharme un postre después.

Admito que estaba emocionada; cuando era pequeñita cada vez que venían obras infantiles al teatro mi papá nos llevaba a mi hermana y a mi a verlas, ¡y era divertidísimo! ¡amaba que nos llevara al teatro! Pero a la vez tenía miedo porque ¿qué íbamos a hacer entre tanto niño? Sería raro, hasta pensé en pararme a medio camino y robarme a algún lepecito pa' hacerlo pasar por mi primito o algo así. Pero no lo hice. Por wey. Y porque eso de secuestrar niños está penado por la ley. Así que llegamos al teatro, me estacioné bien mugres lejos porque estaba llenísimo y pues compramos boletos y nos formamos. Fue rarísimo, sentía que todos nos veían como... pss raro; un par de chavas, bien guapotas, solas y formadas entre niños y papás que gastaban su preciado dinero en muñecas de Anna y Elsa... no era normal, pero después pensé "¡Pues al cuerno! Que no me importe lo que piensen los demás".  
Finalmente entramos, nos sentamos, había niños por todos lados y yo no terminaba de sentirme cómoda. Tuve que pedirle a Mara, encarecidamente, que se guardara sus comentarios respecto a la obra para el final, ¡porque la conozco! y no quería pasar vergüenzas con los papás de los niñitos de los asientos de al lado, y mucho menos que Mara, la sincera y desvergonzada Mara, dañara su frágil inocencia. De pronto la luz se apagó, anunciaron la tercera llamada y el telón se abrió.

Y, ¡oh por dios! En efecto: la producción era chafa. No había escenografía, ¡ni un trinche sillón para que sentaran la pobre y moribunda princesa Anna con el corazón congelado! Todo se limitaba a unos telones de fondo con dibujitos para hacernos comprender que estaban en el pueblo de Arendelle (yo creo que eran los barrios bajos del reino la neta, porque estaba medio feito el dibujo. Si usaran esas imágenes para promoción turística de Arendelle yo no iba de vacaciones ahí). Obviamente cantaban las canciones, hicieron unos pequeños cambios en el guión para poder trabajar y darle continuidad a la obra (que hubiera estado cañón meter a Sitrón, el caballo del príncipe Hans en el teatro) y tenían una maquinita de humo y nieve/espuma como efectos especiales. Eso sí, debo dar crédito a su vestuario, ¡muy bonito y de calidad! Definitivamente eran iguales a los de la película. Sin embargo el ritmo de la historia era... pues iban a toda velocidad: la obra duraba hora y media ¡y ya habían cando la mitad de las canciones! Pero justo entonces, para que no nos fuéramos tan pronto a nuestras casas... llegó Santa Claus. Sí amiguitos y amiguitas, Santa Claus. La neta pensé que el cuate andaba medio desfasado o no tendría calendario en su casa porque, según los directores Jennifer Lee y Chris Buck, el "invierno eterno" que da pie a la película transcurre durante el mes de junio (o julio, no recuerdo con exactitud) y dura aproximadamente una semana, pero estos cuates estuvieron congelándose ¡hasta el mes de diciembre! Y el mismo Santa lo dijo. Por supuesto, no pude evitar reír cuando Mara hizo alusión a todo el tiempo que desperdició Anna haciendo quien sabe que cosas con Kristoff y su reno antropomorfo en lugar de seguir buscando a su hermana. Así que siguieron cantando, bailando y diciendo otras tantos disparates que por supuesto no estaban en la película y yo... bueno, pues yo me aguantaba las ganas de reír la verdad, porque toda esa basura medio improvisada me causaba gracia y lástima a la vez. Se vino un intermedio durante el cual un sujeto (una especie de... "padrote" de los actores) vendía fotos a los niños con el elenco y Santa Claus. ¡Pero sólo cincuenta fotos, que no hay tiempo para más! Se terminó, volvieron a bailar y cantar y reír con Santa Claus y entonces Anna recordó que estaba buscando a su hermana (o se cansó del pinche frío) y retomó la misión. 

A veces era como ver una obra universitaria, de esas de primeros semestres, no sé, y sin embargo debo admitir que pasé un muy buen rato. Por supuesto Mara no pudo quedarse callada mucho más tiempo y la necesidad de expresar su perplejidad e inconformidad con la obra se volvió incontenible, así que de pronto la vi señalando una muñeca de Elsa pegada a una especie de varita luminosa y decirme:

-A esa niña le compraron una muñeca empalada. ¡Afuera venden muñecas empaladas!

Hice como que no escuché, le dije 

-Al final me cuentas.

Y me tranquilicé pensando que los niños no sabían a que se refería con "empalada". Por cierto, debo quejarme de que durante el intermedio Mara me ignoró un buen rato a causa de un sujeto que vendía madrecitas luminosas (eran collares y peinetas o algo así) de fila en fila. Y no porque el hombre estuviera apuesto o porque quisiera uno de esos juguetitos (que le pregunté y me dijo que no) si no porque costaban un ojo de la cara y claro que desde luego que por supuesto, los papás las compraban.

Finalmente Elsa congeló el corazón de Anna, esta recurrió al principe Hans y es aquí en dónde aparece el sujeto con un nuevo traje que desentona por completo con el vestuario de el resto del elenco: era como que tela barata, medio mal hecha y chafa. O sea, lo típico de cuando tus doce hermanos mayores van heredándose la ropa los unos a los otros y cuando llega a tus manos esta gastada, fea y no te queda bien. Pobre, pero son cosas que pasan cuando eres el decimotercero en la línea de sucesión al trono de tu reino. Eso y que tienes que buscarte una princesa para casarte con ella y lograr ser rey después de asesinar a su hermana la reina. (¿Spoiler? Perdón, pero creo que a estas alturas ya todos sabemos de que va esta historia). Hans se niega a besarla, pelea con los niños porque  ríen porque casi se resbala con la nieve chafa que quedó sobre el escenario, no logra salirse con la suya, Anna sobrevive y ella y Elsa se dicen que se aman y blablabla. Y la obra se acaba ¿no?

¡¡PUES NOOOOO!! Porque los sujetos ¡crean Frozen 2 sobre el escenario! Santa hace que el príncipe Hans se arrepienta de sus pecados (al menos de tratar de matar a las hermanas), hace que el resto de los personajes lo perdonen, le promete que de navidad le regalará un reino y luego todos cantan y bailan y lanzan besos y son felices y buenos por siempre. Bueno, al menos cumplieron el sueño de nosotros los fans de Hans y lograron que se redimiera. Y hubo "Helsa", aunque eso creo que debería ponerlo en Tumblr.

Le dije a Mara que si la próxima vez la publicidad no trae el logo de Disney que la identifique como "original" y si los boletos más baras y en gallopa no cuestan setecientos pesos como mínimo, ¡no volvemos a ir a esas cosas!

Pero como dije antes, la pasé muy bien, la obra cumplió su cometido de hacerme olvidar la terrible semana que tuve, aplaudo el esfuerzo y trabajo de los actores que la verdad fue bueno y sobre todo que nos dieron tema de conversación y risa para el resto de la noche. Porque claro, Mara tuvo que cumplir su palabra y picharme el postre. Así que la obra chafa de "Frozen" se lleva una gran palomita  de aprobación (que ironía).

Una de las cosas que más me gustó fue la emoción de los niños; aplaudían fuerte fuerte cuando veían salir a la reina Elsa y cantaban las canciones y respondían cuando los personajes les preguntaban algo y los instaban a aplaudir y dar abrazos y todas esas cosas, pero también me sacó varias sonrisas percatarme de que había papás que de igual manera participaban obedeciendo a los actores; y aplaudían y gritaban y les decían hola y así. Fue bonito. 
Una niñita levantó la mano cuando Santa preguntó si se habían portado... mal, pero al no entender la pregunta la mantenía en el aire con insistencia. Su papá la vio y le dijo:
-¿Se portó mal?-la niña negó con la cabeza-Entonces baje la mano, la levantan nada más los niños malcriados.
¡Ay ternurita!

Los papás pasaban buen rato viendo la diversión en la carita de sus hijos y pensé "¿así me voy a sentir yo cuando vea a mis niños pasarla tan bien? Espero que sí". Quiero preguntarle a mi papá si las obras que él nos llevaba a ver también estaban chafas como está jajajaja, pero nosotras la pasábamos muy bien, ¿él también? Hice mofa ante mi mamá porque había papás que también le gritaban improperios al bastardo Hans y dijo mi mamá "ya las quiero ver cuando sean mamás, así van a estar ustedes también" y pues no se lo negué.

Fue bonito, me reí mucho durante, pero sobre todo, después de la obra. Ahora espero con ansias el musical jajajajaja, el chido, el de Broadway, y con suerte y al ritmo que se dan las cosas tal vez para entonces ya tenga algún niño al cuál llevar de la manita a verlo. Aunque... es Broadway, Frozen, actores chidos y profesionales con maravillosas voces... los boletos cuestan un ojo de la cara... Yo creo que a esas cosas no me daría penita ir sola jajaja.



miércoles, 22 de octubre de 2014

La Historia de "Empanizado"



He regresado gente... porque era necesario. En esta ocasión les traigo otra historia que involucra animalitos (creo que mi blog se está conviertiendo en "las mascotas de mi vida"); ahora les relataré la historia del pequeño y chulo pez beta, Empanizado.

**Los nombres de los personajes han sido modificados para su protección**

Hace ya algunos meses, al restaurante en el que trabajo llegó un nuevo miembro: un bello y animado pez beta: Empanizado. Bueno, así como que muy animado... pss no. De hecho una vez me pregunté "¿será muy aburrido ser pez? O sea... ¿tan aburrido como se ve?" pero admito que con el paso de los días me fui encariñando más y más con Empanizado al grado de que podía verlo toooda la tarde hacer... nada. No sé, era bonito, y me emocionaba mucho verlo comer galletas Saladitas jajaja. Era una chulada.

En un inicio lo teníamos en una pecerita muy pequeña, pero cuando lo cambiamos a un hogar más grande creo que fue mucho más feliz. Cada vez que se acercaba alguien a la registradora como que se asomaba, todo metiche. Luego ese alguien se asomaba a verlo a él y entonces entraba en pánico ¿verdad? Era timidillo el muchacho, pero se fue acostumbrando al ajetreo del restaurante.

Cada... no sé cuantos días la verdad, uno de los meseros, el amante de los animales, se encargaba de cambiarle el agua y limpiarle la pecera; desde el inicio él se ofreció para hacerlo, así que Empanizado rápido se familiarizó con la rutina: lo sacaban con ayuda de un vasito y lo pasaban a su antigua pecerita en dónde esperaba unos minutitos, después veía cómo las piedritas verdes y blancas eran colocadas en su casita, el agua, en la que previamente se echaban un par de gotas de "limpia agua para pescados" (lo siento, no recuerdo el nombre de las gotillas esas) era vaciada lenta y cuidadosamente para no desordenar las piedritas y a continuación él regresaba a su "hogar dulce hogar" (bueno, si así se le podía llamar u.u ). Fueron aproximadamente... varias semanas, tal vez tres o cuatro, las que estuvo con nosotros, hasta que un domingo...

Hubo mucha gente, el lugar estaba lleno y teníamos al menos cinco mesas en lista de espera (aunque no tardaron mucho en pasar). A eso de las seis de la tarde, cuando el flujo de gente comenzó a menguar, el mesero nos pidió permiso para lavar la pecera, aprovechando que ya no tenía mesas que atender. Estaba por terminar con su tarea cuando un grupo grande de personas llegó al local. En su apuro por auxiliar a sus compañeros vació toda el agua limpia en la pecera.

-Es mucha, pero ahorita vengo a quitarle un poco para que no les vaya a mojar la barra-nos dijo, y corrió a juntar mesas con el resto de los muchachos.

Terminamos muy tarde ese día, a pesar de haber cerrado a la hora de siempre la gente no se retiró hasta pasada media hora después del cierre, por lo que el trabajo se acumuló. Terminé yo con lo mío y mi jefa me dio permiso para retirarme, así que me despedí de todos, le eché cena a Empanizado, tomé mis cosas y me retiré.

A la mañana siguiente, cuando después de limpiar los cristales y la barra me disponía a alimentar al pequeño amigo con branquias, me encontré con la sorpresa de que... no estaba. Le pregunté a uno de los empleados de cocina si sabía que había pasado y también se sorprendió con la noticia.

-¿Cree que se lo hayan... robado? ¡Eso sería muy ridículo! Pero ¿entonces qué le pasó?-me preguntó.

La verdad no sabía que pensar puesto que la noche anterior lo había dejado vivito y nadando, así que aguardé, impaciente, la llegada del mesero que se había quedado hasta tarde el día anterior. Pero cuando llegó no me atreví a preguntar, por lo que esperé a que él mismo sacara el tema a luz.

-¿Supiste lo que pasó con Empanizado?-preguntó.

-No.

-Fue... desafortunado la verdad. Yo aún no me la creo.

-¡Cuéntame entonces!

-La verdad ya se veía venir. ¿Sabes que por lo general cuando compras un pez el sujeto de la tienda te da algunos consejos y recomendaciones sobre su cuidado?

-Sí.

-¿Y sabes lo que dicen respecto al nivel de agua de la pecera?

De inmediato mi vista se clavó en la pecera vacía, y caí en cuenta, lenta y dolorosamente, de lo que había sucedido.

-No debe estar hasta arriba-contesté en voz bajita (toda dramática).

-Así es. Terrible error el que cometió nuestro compañero. Ayer por la noche vino R. y se asomó a la pecera. Estábamos por irnos, y le preguntó a U. por el pez. Le contestó que ahí estaba, pero R. lo buscaba y decía que no lo veía, que no estaba. Entonces nos asomamos nosotros también y como dijo, Empanizado no estaba. Sin embargo había agua sobre la barra y fue cuando U. dijo "¿habrá saltado? Que raro, a ver, ¿no se ve por allá en el suelo? Porque por acá no...".

-¿Qué pasó?-le urgí.

-Así, se quedó mirando al suelo, entre consternada y asustada (bueno, el mesero no usó esas palabras, pero sé que eso quiso decir). Corrimos a ver qué pasaba y ahí estaba, Empanizado... bajo su zapato. Fue muy triste, nos agüitamos bien gacho, sobre todo porque pues no sabíamos si ya estaba muerto y U. lo remató o... si le dio el pisotón de gracia.

Asintió con la cabeza, sin parar y sin dejar de pensar en lo sucedido. Fue duro saber que por un descuido nuestro Empanizado había perdido la vida, pero para el mesero amante de los animales, quien limpió la pecera, fue aún más doloroso. Pero la verdad sea dicha, la culpa fue de todos y cada uno de nosotros, porque estando conscientes de que había que sacarle agua... pss no lo hicimos :(

Y pues sí. La pecera se quedó ahí vacía. U. decía que compraría otro pecesito para reemplazarlo, y que estaba vez iba a acondicionar una buena pecera, y que íbamos a hacernos responsables todos de su mantenimiento y tendríamos mucho cuidado. Sin embargo, como al tercer o cuarto día, cuando el muchacho de la corbata roja se acercó a pagar, y al ver el agua toda solita me preguntó que había pasado, una vez que escuchó mi relato dijo:

-No van a hacerlo.

-¿Hacer qué?-pregunté.

-No van a traer otro pez. U. no va a ir a conseguirlo hasta que ustedes lo pidan, pero no lo harán porque les duele reemplazarlo así nada más. Ya era un miembro del equipo. No se van a atrever a tener otro pez.

Esa misma tarde la pecera fue vaciada y guardada. Por supuesto jamás llegó otro Empanizado al restaurante (aunque al nuevo le hubiera puesto "Caldo de Oso"); llegamos a la conclusión de que era mejor así, mantener pescados en el congelador y la olla de la cocina y no en una pecerita sobre la barra.

Descansé en paz en el mar del cielo e los peces (¿qué?) nuestro querido Empanizado.

martes, 21 de octubre de 2014

♪ La Puerta es el Amoooo-ooohhh-oooor ♫




¡Hola gente! Buenas... madrugadas.

Tenía rato sin actualizar este espacio, y ofrezco una sincera disculpa por ello; siempre que estaba dispuesta a compartirles alguna nueva anécdota... me quedaba dormida. Pero hoy, por fin, he decidido desvelarme para dejar una entrada más (cortita,pero pss ¡bah!). Porque otra vez me quedé dormida. Pero bueno, va.

Esta tarde, cuando al regresar del trabajo mi mamá me pidió que fuera a la tienda, recordé algo que me sucedió hace ya como... tres o cuatro años.

Un verano, después de hacer una rápida visita a mi mamá en la lavandería en la que trabajaba, mi papá y yo nos encaminamos a la tienda con específicas instrucciones sobre qué comprar y como prepararlo para tener una comida decente cuando ella llegara a casa. Total, que mientras atravesábamos el estacionamiento de "Super el Mirador" (saben de cuál les hablo ¿no? ¡JA!) una pequeñita super bonita nos interceptó. No tendría más de ocho años, era rubia y de ojos verdes, bien chula ella, con un vestido que, si mal no recuerdo, era color rojo con verde-pinodenavidad (no sé, así me pareció). Se nos acercó y con un acento raro me dijo:

-Amiga, te leo la mano a cambio de una moneda.

Entonces caí en cuenta; a unas cuadras de ahí, justo frente a donde mi mamá trabajaba, vivían un grupo de gitanos húngaros que, curiosamente ¿verdá? era fácil encontrarlos a la salida del super o del Oxxo ofreciendo sus servicios de quiromancia. Y la chiquitina frente a mi era hija de alguno de ellos.

Sonriendo aunque con pesar le dije que no traía (o sea, traía, pero no para eso cosas) y me dispuse a continuar con mi camino. Pero se volvió a parar frente a mi impidiéndome el paso.

-Ándale amiga, para un refresco aunque sea-dijo fingiendo pena y tristeza y dolor.

"Para un refresco aunque sea". Perdón, pero los refrescos, aún en esos tiempos, no costaban menos de $5 pesos. "Para un refresco aunque sea", ¡¿pretendía que le pichara también las papitas o que pex?! Volví a negarme y ella insistió. A mi papá le causó ternurita, y poniéndole una mano en la cabeza le preguntó:

-¿Cuántos años tienes?

-Ánda, puedo decirte tu futuro-le contestó, evadiendo su pregunta.

-¿Sabes?-continuó mi papá-Yo también puedo decirte tu futuro sin tener que leer tu mano; con sólo ver tus ojos puedo saber tu futuro y tu pasado.

La niña lo miró... raro, como... raro, y contestó.

-Sí, bueno, pero yo de verdad SÍ sé leer la mano, yo NO estoy diciendo mentiras.

Entonces mi papá, ofendidísimo el niño, ¡digo! el señor, me miró con los ojos como platos y dijo:

-¡No me cree! Acaba de llamarme mentiroso.

-No-contestó la niña-pero es en serio. Amiga-dijo ahora dirigiéndose a mi y con la mano de mi papá aún sobre su cabecita-vamos, tú me das una moneda y yo te digo que viene más adelánte para ti.

Mi papá sólo rió y le repitió que no llevábamos cambio en ese momento, que tal vez a la vuelta ("TAL VEZ"). Paso su brazo sobre mis hombros y me instó a caminar. Obedecí, a fin de cuentas lo único que quería era ya largarme de ese estacionamiento en el que se me estaba tostando el cerebro con el tremendo sol que hacía, pero mientras nos alejábamos escuché a la pequeñita gritar:

-¡Anda amiga! Veo en tu frente que el romance se acerca. Se te ha abierto la puerta del amor, ¡la puerta y el amor!

Les juro, sus últimas palabras me dieron curiosidad. Pero como dije, no traía monedas para esas chorradas, así que lo dejé pasar.

Y vaya que hice bien, ¡¡maldita gitanita embustera!! Que si una puerta parece entreabrirse para luego cerrarse en mis narices es la del amor jajajaja. 

Y luego pensé en el cuate de la corbata roja que iba todos los días y me sacaba plática y se esperaba quince minutos después de haber terminado su comida para que yo terminara mi ensalada y me parara a cobrarle (o simplemente no tenía ganas de escuchar las quejas sobre las tarjetas banamex que le soltaba mi jefa cada vez que pagaba con la suya), que cantaba conmigo las canciones de Juan Luis Guerra y Pandora, que el primer día que lo conocí me dijo "el clima está rico ¿no te parece? Nublado, como para salir en pareja y pasear por la plaza... ¿sabes cómo?", el que dejó hablando sola a la muchacha con la que fue a comer para pararse a saludarme en la barra, el que interrumpió a su compañero de trabajo cuando este quiso sacarme plática y lo "invitó" amablemente a tomar asiento de una buena vez mientras él me preguntaba por mi jefa, y de como... de pronto ya no volvió. ¡Malajos pa' la güerita mentirosa! Oiga usté, lo que es querer sacarle a uno una soda.


lunes, 13 de enero de 2014

La historia del perro que me seguía pero no me seguía... pero sí me seguía


La historia que les contaré a continuación me sucedió hace ya varios meses.

Una tarde... o noche... bueno, eran como las seis de la tarde pero el sol ya se había ocultado, mi mamá me mandó a la tienda a comprar leche para mi hermana y croquetas para los chuchos. Enfurruñada le dije que bueno pues, que iba, pero que iba a tener que distraer a Garrapata para que no me siguiera.

Bueno, creo que primero debo contarles sobre ella.

Garrapata era una perrita que se apareció de pronto frente a mi casa cuando era una cachorrita pequeñita. Era bonita, y amigable; al principio pensamos que se había perdido pero nadie la reclamaba. Pasado el tiempo intentamos conseguirle hogar, pero crecía muy rápido y lamentablemente la gente prefiere perritos, chiquititos, sobre todo si son de raza grande, como parecía serlo Garrapata. Al principio era... pues no precisamente una hermosura jajaja, pero poco a poco se fue poniendo bonitilla. La hospedamos en la cochera e incluso le pusimos un cojín para que descansara (aún hacía calor) mientras seguíamos buscándole casa, pero entonces el problema ya no sólo era su tamaño, sino también el hecho de que era una chica. 




Transcurridos unos meses comprendimos porque esa perrita tan linda andaba en la calle: estaba enfermita : (
Notamos que sus ojitos se... opacaban, se ponían blancos, y un día ya no pudo ver; era muy triste, porque como que ella no comprendía que pasaba, y movía su cabeza tratando de... ver, o se tallaba sus ojos para quitarse eso que le molestaba. Sin embargo, aunque al principio fue triste, poco a poco se acostumbró, y llegó un momento en que volvió a ser andariega y juguetona como siempre. 

Y bueno, ahora sí, a partir de ahí comienza la historia.

Para que no corriera peligro al atravesar la calle le dije a mi mamá que la entretuviera en la puerta pero al salir y llamarla... no la encontramos. Le estuvimos hablando durante un tiempo pero no respondió, así que sin más me fuí. Caminaba por la calle, con tranquilidad, cuando de pronto... escuché un ruido detrás de mí.

"Ash, hay viene, es Garrapata" pensé, así que me giré y... no estaba. La busqué pero no la encontré por ningún lado, entonces asumí que había sido tal vez alguna envoltura de gansito o una basura así por el estilo. Y seguí caminado. Empecé a tararear "Take my heart" de Soko, porque la acababa de pasar a mi celular (es en serio eh, sí la tarareaba, neta) y nuevamente escuché ruido. Me volví a girar, sin dejar de caminar, pero no había nada. Di unos pasos más y volví la cabeza nuevamente, pero en efecto, todo era producto de mi imaginación o del aire o qué se yo, pero no había ningún perro siguiéndome. Así que seguí caminando.




Antes de cruzar la, en ese momento, super transitada avenida, volví a mirar para atrás pero solamente había oscuridad, sin embargo me sentía... inquieta. Y fue cuando pensé "esta historia está buena para mi blog; incluso puedo agregarle dramatismo y decir que, después de que falleció Garrapatita (sabíamos que sería pronto u.u ), un perro me seguía pero no me seguía", y así pensando en esas cosas crucé la calle. Al llegar al camellón, justo frente al "Super el Indio" =P esperé para cruzar la otra calle, y en eso ¡la escuché ladrar!

Me giré y ahí estaba, detrás de mí, ladrándole a los carros que pasaban. Le grité, la regañé y la hice subirse al camellón. Y tuvimos que esperar a que dejaran de pasar los carros para cruzar y caminar de regreso a casa. Claro que desde luego que por supuesto que la regañé, por seguirme. Y por no dejarse ver. Y también regañé a mi mamá, por no entretenerla ¬ ¬

Finalmente pude ir a la tienda y hacer las compras tranquilamente; cuando regresé a casa Garrapata se alegró mucho y movió la cola y yo le di croquetas, porque pues... por eso iba a la tienda. Y así la historia tuvo un final feliz :)

Lamentablemente meses después Garrapata se fue. Estaba muy malita de su hígado, y aunque nos dijeron que algunos de sus males podían aliviarse con medicamentos, en ese momento estaba sufriendo y a fin de cuentas su hígado ya no tenía remedio. Decidimos que lo mejor era llevarla con un veterinario para que la durmiera, pero no nos dio tiempo: una mañana ya no apareció. Hace poco mi papá la soñó y llegamos a la conclusión de que quería despedirse. Mientras vivió fue una perrita muy hermosa, muy buena, y a pesar de su enfermedad siempre que nos veía movía la cola y se tiraba al suelo para que le acariciáramos la barriguita. Y por ser tan linda sé que ahora está en el cielo de los perros, persiguiendo a Dios o a San Pedro cada vez que tienen que salir de sus oficinas a hacer algún mandado. Y eso es bueno.

Antes cuando veía algún perrito en la calle lo primero que se me venía a la mente era "ese perro está perdido". Lamentablemente después de conocer a Garrapata, para bien o para mal, lo primero que pienso es que a ese chucho lo botaron de su casa. Y es horrible cuando me entero de que alguna personita hermosa lo llevó al veterinario y este le dijo que el animalito tenía alguna enfermedad; he sabido de muchísimos casos así, y eso me entristece y molesta terriblemente. Pero para las personas que dejan solas a sus mascotas malitas, entérense, habrá un castigo feo, y lo comprenderán cuando siendo viejitos, sus hijos y nietos los abandonen y se conviertan en ancianos solitarios u.u

Pero bueno, ya fuera de broma y castigos, algo sí les puedo asegurar: no estoy sola. Cada vez que salgo de casa voy protegida y acompañada, porque sé que me sigue un perrito que físicamente no me sigue... pero que sí me sigue, ¿saben cómo?