domingo, 30 de noviembre de 2014

♫ ¿Y si vamos a ver Frozeeeen? ♪




Hola gente bella que lee mi blog. Pues en esta ocasión les vengo a narrar la... amm... ¿grata? ¿extraña? ¿decepcionante? No sé, pero les vengo a narrar la experiencia que tuve hace unas horas cuando, por influencia de Mara, llegué al Teatro de los Héroes para ver la obra de teatro de "Frozen". Sí, sí, "Frozen", la película para niños, pero ahora la obra de teatro. Ya sé, ríanse de mi si quieren.

Todo comenzó hace como dos días, cuando Mara me mandó un whatsapp diciéndome que fuéramos. Al principio la neta pensé que era broma, pero después... me asusté porque pensé que ya no era broma. Le dije que no había lío, que íbamos, pero pues no se confirmó nada. Y así quedó. Total que esa tarde le comenté a mi mamá y le dije que de seguro estaría bien chafota porque a inicios de año también se presentó una obra sobre la película y había leído comentarios sobre lo pésima que fue, pero mi mamá me dijo:

-Pues aunque esté muy chafa, que tiene, ve con ella; has tenido una semana muy pesada y fea, sal de la casa y ocupa tu mente en otras cosas.

Y como lo que dijo era cierto, había tenido no una semana pésima, ¡sino horrible! comencé a plantearme seriamente el decirle a Mara que pss luego luego, que fuéramos. Pero ya no se habló más del asunto.

Total, que hoy sábado (bueno, ayer sábado, porque ya son las 4:00am) a eso de las cuatro de la tarde me marcó para confirmar nuestra cita en el teatro. Le dije que sí, que nos íbamos en mi carro, pero me tomé la molestia de aclararle que si el Principe Hans de la obra no estaba guapo y bien buenote iba a tener que picharme un postre después.

Admito que estaba emocionada; cuando era pequeñita cada vez que venían obras infantiles al teatro mi papá nos llevaba a mi hermana y a mi a verlas, ¡y era divertidísimo! ¡amaba que nos llevara al teatro! Pero a la vez tenía miedo porque ¿qué íbamos a hacer entre tanto niño? Sería raro, hasta pensé en pararme a medio camino y robarme a algún lepecito pa' hacerlo pasar por mi primito o algo así. Pero no lo hice. Por wey. Y porque eso de secuestrar niños está penado por la ley. Así que llegamos al teatro, me estacioné bien mugres lejos porque estaba llenísimo y pues compramos boletos y nos formamos. Fue rarísimo, sentía que todos nos veían como... pss raro; un par de chavas, bien guapotas, solas y formadas entre niños y papás que gastaban su preciado dinero en muñecas de Anna y Elsa... no era normal, pero después pensé "¡Pues al cuerno! Que no me importe lo que piensen los demás".  
Finalmente entramos, nos sentamos, había niños por todos lados y yo no terminaba de sentirme cómoda. Tuve que pedirle a Mara, encarecidamente, que se guardara sus comentarios respecto a la obra para el final, ¡porque la conozco! y no quería pasar vergüenzas con los papás de los niñitos de los asientos de al lado, y mucho menos que Mara, la sincera y desvergonzada Mara, dañara su frágil inocencia. De pronto la luz se apagó, anunciaron la tercera llamada y el telón se abrió.

Y, ¡oh por dios! En efecto: la producción era chafa. No había escenografía, ¡ni un trinche sillón para que sentaran la pobre y moribunda princesa Anna con el corazón congelado! Todo se limitaba a unos telones de fondo con dibujitos para hacernos comprender que estaban en el pueblo de Arendelle (yo creo que eran los barrios bajos del reino la neta, porque estaba medio feito el dibujo. Si usaran esas imágenes para promoción turística de Arendelle yo no iba de vacaciones ahí). Obviamente cantaban las canciones, hicieron unos pequeños cambios en el guión para poder trabajar y darle continuidad a la obra (que hubiera estado cañón meter a Sitrón, el caballo del príncipe Hans en el teatro) y tenían una maquinita de humo y nieve/espuma como efectos especiales. Eso sí, debo dar crédito a su vestuario, ¡muy bonito y de calidad! Definitivamente eran iguales a los de la película. Sin embargo el ritmo de la historia era... pues iban a toda velocidad: la obra duraba hora y media ¡y ya habían cando la mitad de las canciones! Pero justo entonces, para que no nos fuéramos tan pronto a nuestras casas... llegó Santa Claus. Sí amiguitos y amiguitas, Santa Claus. La neta pensé que el cuate andaba medio desfasado o no tendría calendario en su casa porque, según los directores Jennifer Lee y Chris Buck, el "invierno eterno" que da pie a la película transcurre durante el mes de junio (o julio, no recuerdo con exactitud) y dura aproximadamente una semana, pero estos cuates estuvieron congelándose ¡hasta el mes de diciembre! Y el mismo Santa lo dijo. Por supuesto, no pude evitar reír cuando Mara hizo alusión a todo el tiempo que desperdició Anna haciendo quien sabe que cosas con Kristoff y su reno antropomorfo en lugar de seguir buscando a su hermana. Así que siguieron cantando, bailando y diciendo otras tantos disparates que por supuesto no estaban en la película y yo... bueno, pues yo me aguantaba las ganas de reír la verdad, porque toda esa basura medio improvisada me causaba gracia y lástima a la vez. Se vino un intermedio durante el cual un sujeto (una especie de... "padrote" de los actores) vendía fotos a los niños con el elenco y Santa Claus. ¡Pero sólo cincuenta fotos, que no hay tiempo para más! Se terminó, volvieron a bailar y cantar y reír con Santa Claus y entonces Anna recordó que estaba buscando a su hermana (o se cansó del pinche frío) y retomó la misión. 

A veces era como ver una obra universitaria, de esas de primeros semestres, no sé, y sin embargo debo admitir que pasé un muy buen rato. Por supuesto Mara no pudo quedarse callada mucho más tiempo y la necesidad de expresar su perplejidad e inconformidad con la obra se volvió incontenible, así que de pronto la vi señalando una muñeca de Elsa pegada a una especie de varita luminosa y decirme:

-A esa niña le compraron una muñeca empalada. ¡Afuera venden muñecas empaladas!

Hice como que no escuché, le dije 

-Al final me cuentas.

Y me tranquilicé pensando que los niños no sabían a que se refería con "empalada". Por cierto, debo quejarme de que durante el intermedio Mara me ignoró un buen rato a causa de un sujeto que vendía madrecitas luminosas (eran collares y peinetas o algo así) de fila en fila. Y no porque el hombre estuviera apuesto o porque quisiera uno de esos juguetitos (que le pregunté y me dijo que no) si no porque costaban un ojo de la cara y claro que desde luego que por supuesto, los papás las compraban.

Finalmente Elsa congeló el corazón de Anna, esta recurrió al principe Hans y es aquí en dónde aparece el sujeto con un nuevo traje que desentona por completo con el vestuario de el resto del elenco: era como que tela barata, medio mal hecha y chafa. O sea, lo típico de cuando tus doce hermanos mayores van heredándose la ropa los unos a los otros y cuando llega a tus manos esta gastada, fea y no te queda bien. Pobre, pero son cosas que pasan cuando eres el decimotercero en la línea de sucesión al trono de tu reino. Eso y que tienes que buscarte una princesa para casarte con ella y lograr ser rey después de asesinar a su hermana la reina. (¿Spoiler? Perdón, pero creo que a estas alturas ya todos sabemos de que va esta historia). Hans se niega a besarla, pelea con los niños porque  ríen porque casi se resbala con la nieve chafa que quedó sobre el escenario, no logra salirse con la suya, Anna sobrevive y ella y Elsa se dicen que se aman y blablabla. Y la obra se acaba ¿no?

¡¡PUES NOOOOO!! Porque los sujetos ¡crean Frozen 2 sobre el escenario! Santa hace que el príncipe Hans se arrepienta de sus pecados (al menos de tratar de matar a las hermanas), hace que el resto de los personajes lo perdonen, le promete que de navidad le regalará un reino y luego todos cantan y bailan y lanzan besos y son felices y buenos por siempre. Bueno, al menos cumplieron el sueño de nosotros los fans de Hans y lograron que se redimiera. Y hubo "Helsa", aunque eso creo que debería ponerlo en Tumblr.

Le dije a Mara que si la próxima vez la publicidad no trae el logo de Disney que la identifique como "original" y si los boletos más baras y en gallopa no cuestan setecientos pesos como mínimo, ¡no volvemos a ir a esas cosas!

Pero como dije antes, la pasé muy bien, la obra cumplió su cometido de hacerme olvidar la terrible semana que tuve, aplaudo el esfuerzo y trabajo de los actores que la verdad fue bueno y sobre todo que nos dieron tema de conversación y risa para el resto de la noche. Porque claro, Mara tuvo que cumplir su palabra y picharme el postre. Así que la obra chafa de "Frozen" se lleva una gran palomita  de aprobación (que ironía).

Una de las cosas que más me gustó fue la emoción de los niños; aplaudían fuerte fuerte cuando veían salir a la reina Elsa y cantaban las canciones y respondían cuando los personajes les preguntaban algo y los instaban a aplaudir y dar abrazos y todas esas cosas, pero también me sacó varias sonrisas percatarme de que había papás que de igual manera participaban obedeciendo a los actores; y aplaudían y gritaban y les decían hola y así. Fue bonito. 
Una niñita levantó la mano cuando Santa preguntó si se habían portado... mal, pero al no entender la pregunta la mantenía en el aire con insistencia. Su papá la vio y le dijo:
-¿Se portó mal?-la niña negó con la cabeza-Entonces baje la mano, la levantan nada más los niños malcriados.
¡Ay ternurita!

Los papás pasaban buen rato viendo la diversión en la carita de sus hijos y pensé "¿así me voy a sentir yo cuando vea a mis niños pasarla tan bien? Espero que sí". Quiero preguntarle a mi papá si las obras que él nos llevaba a ver también estaban chafas como está jajajaja, pero nosotras la pasábamos muy bien, ¿él también? Hice mofa ante mi mamá porque había papás que también le gritaban improperios al bastardo Hans y dijo mi mamá "ya las quiero ver cuando sean mamás, así van a estar ustedes también" y pues no se lo negué.

Fue bonito, me reí mucho durante, pero sobre todo, después de la obra. Ahora espero con ansias el musical jajajajaja, el chido, el de Broadway, y con suerte y al ritmo que se dan las cosas tal vez para entonces ya tenga algún niño al cuál llevar de la manita a verlo. Aunque... es Broadway, Frozen, actores chidos y profesionales con maravillosas voces... los boletos cuestan un ojo de la cara... Yo creo que a esas cosas no me daría penita ir sola jajaja.