lunes, 30 de abril de 2012

El Diario de Tacho. Primera semana.


Este pequeño tan hermoso es Tacho, mi perrito nuevo. Nos llegó el sábado de la semana pasada pero para ser honesta ya siento como si lleváramos meses con él. 

Su primer día en casa fue... estresante. Cuando llegó exploró un poco la sala pero al rato se echó y ya no quería levantarse; estaba muy deprimido y la verdad nos asustamos, temíamos que se fuera a enfermar. Entonces mi papá sugirió a mi hermana y su novio que lo llevaran a pasear y jugar un rato a la deportiva. Cuando volvieron ya estaba mucho mejor, más animado y ya no escondía la colita entre las patas. Mi hermana le regaló un peluche (regalo de un antiguo pretendiente nunca correpondido jeje) y el resto de la tarde la pasó jugando, brincando, luchando con él y ladrándole mucho. Mucho mucho. Esa noche no lloró, solamente a eso de las 5am se despertó porque quería salir para hacer sus necesidades.

Sin embargo la siguiente noche tuvo que pasarla en el patio, el lugar destinado para su hogar, y aulló bastante, pero al pasar de los días como era de esperarse se acostumbró. 

Es muy juguetón, persigue a los gatos a pesar de que a ellos les tiene muy sin cuidado el perrito (aquí es cuando les cuento que son... cholos o algo así, soy medio malandros los gatos ¬ ¬) pero él se siente poderoso ladrándoles mientras están sentados en la barda.

Ayer descubrimos que, al parecer, es raza Alano Español; tiene casi todas las características de esta raza, incluyendo el que sea inquieto con todo lo que se mueve y que sea un perrito muy terco.

Esta mañana nos encontramos con que andaba un poco malito del estomaguito y por eso andaba algo agüitado: probablemente haya sido porque le cambiamos las croquetas... o comio alguna cochinada del jardín cuando nos descuidamos. Porque de vez en cuando lo sacamos al frente de la casa para que juegue y los niños le acaricien la cabeza, ¡pero siempre con supervisión! porque los espacios entre los barrotes del barandal son grandes y cabe super bien por ahí. Pero bueno, le dimos un baño, jugamos un ratito con él y ya se quedó más contento y aparentemente mejor. Esperamos que ya mañana ande tan saltarín y ladrador como siempre.


Teníamos aproximadamente tres años sin perro, desde que murió Micky, nuestro pastor alemán. Era un perro hermoso y nos hacía sentir super seguros, incluso cuando mi papá se ausentaba por trabajo él siempre estaba atento. Vivió unos 15 años y cuando se fue... no lloramos, pero sí fue muy triste. Ese invierno fue muuy frío, más que otros, y cuando mi mamá se acordó de que en sus últimos años a Micky le daban dolores muy fuertes en sus huesitos debido al frío, dimos gracias a Dios por no dejarlo pasar ese crudo invierno y  recordamos con mucha alegría cuando era pequeño y recién llegó y jugábamos a las escondidas en el patio, porque entonces él y nosotras estábamos super chiquitos y el espacio nos parecía enorme.


A veces me dan ansias porque Tacho crezca y ver que tan grandote estará, pero cuando salgo a jugar con él quisiera que se quedara por siempre así, chiquito y adorable. 
Pero bueno, hay que darle tiempo al tiempo y disfrutar cada momento con mi hermosa familia, a la que se ha sumado el Pechocho Tacho :)

viernes, 13 de abril de 2012

Chico Ancla


Había una vez una chica
que venía del mar.
Y había tan solo un sitio
donde ella quisiera estar.

Con un tal Paquito Serra 
que tocaba en un conjunto
por él se iría a la tierra
y dejaría el océano.

Porque él solo y sólo él 
le había quitado la calma.
Y por eso ella quería
robarle a Paquito el alma.

Pero jamás en la vida
hubo entre ellos conexión.
Ella iba a la deriva
por el mundo, solitaria.

Ella intentó aparecérsele
feliz, luego triste y trágica;
trató el sexo y el horóscopo
y hasta una pócima mágica.

Más nada podía juntarlos
excepto -quizá, no sé-
algo que anclara sus almas...
Y tuvieron un bebé.

Para el parto utilizaron
grúa, cincel y barrena:
el cordón umbilical
era una gruesa cadena.

Era feo y tenebroso,
duro como un cigüeñal.
No tenía la piel rosada
sino vil y gris metal.


El bebé, que suponía 
los iba a juntar muy juntos,
en realidad los volvió
adustos y cejijuntos.

Aprovechando una gira,
se largó Paquito Serra.
Y a partir de ese momento
se quedó a vivir en tierra.

Con su hijo (un ancla gris)
ella sola se quedó.
Él se volvió tan pesado
que con el tiempo la hundió.


Mientras se hundía hasta el fondo
sin sus sueños realizar,
eran ella sola y su hijo...
y los peces de la mar.

"La melancólica muerte de Chico Ostra" de Tim Burton





Cuando leí esta historia no pude evitar pensar en... ciertas personas. 

martes, 10 de abril de 2012

Una confesión indiscreta



Se sentía eufórica, ¡exasperada! En verdad no lo podía creer.


-Vamos, ¡es de lo más común! Como si yo fuera la única que se ha enamorado perdidamente de su... maestro de... música.
     
Sus amigas la miraban con la boca abierta, como entre sorprendidas y espantadas.

Entonces lo comprendió: ninguna de ellas había tomado clases de música anteriormente...



Y si cualquiera se entera, ¿qué importa? A fin de cuentas no paso nada malo. De hecho no pasó nada.
;)