-¿Cuántos años tienes?-pregutó él.
-¿Cuántos me calculas?
-Mmmm-me examinó con una sonrisa lasciva-, creo que tienes los suficientes.
-¿Suficientes? ¿Para qué?
-Para enamorarte-guinó un ojo.
Sonreí y bajé la mirada.
-Es una lástima que tú no tengas la madurez suficiente como para que me enamore de ti.
Bien decía Priss: "la madurez de un hombre es inversamente proporcional a su edad".
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