Había una vez una chica
que venía del mar.
Y había tan solo un sitio
donde ella quisiera estar.
Con un tal Paquito Serra
que tocaba en un conjunto
por él se iría a la tierra
y dejaría el océano.
Porque él solo y sólo él
le había quitado la calma.
Y por eso ella quería
robarle a Paquito el alma.
Pero jamás en la vida
hubo entre ellos conexión.
Ella iba a la deriva
por el mundo, solitaria.
Ella intentó aparecérsele
feliz, luego triste y trágica;
trató el sexo y el horóscopo
y hasta una pócima mágica.
Más nada podía juntarlos
excepto -quizá, no sé-
algo que anclara sus almas...
Y tuvieron un bebé.
Para el parto utilizaron
grúa, cincel y barrena:
el cordón umbilical
era una gruesa cadena.
Era feo y tenebroso,
duro como un cigüeñal.
No tenía la piel rosada
sino vil y gris metal.
El bebé, que suponía
los iba a juntar muy juntos,
en realidad los volvió
adustos y cejijuntos.
Aprovechando una gira,
se largó Paquito Serra.
Y a partir de ese momento
se quedó a vivir en tierra.
Con su hijo (un ancla gris)
ella sola se quedó.
Él se volvió tan pesado
que con el tiempo la hundió.
Mientras se hundía hasta el fondo
sin sus sueños realizar,
eran ella sola y su hijo...
y los peces de la mar.
"La melancólica muerte de Chico Ostra" de Tim Burton
Cuando leí esta historia no pude evitar pensar en... ciertas personas.
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